martes, julio 12, 2011

Con los versos abiertos

I
Suaves olas roncas que se alzan.
Cielos angulares que golpean.
Norte viento ciego que gira y espera.

II
Manantial.
Laberinto.
Tristeza que mana laberintos.
Vieja sensación de antaño, que se hace, que se piensa.
Viva libertad bajo palabra: pensamientos muertos, prometidos.
Tiempo de sal.
Tiempo de arena.
Cúpula de condenas.

III
Cuerpos absurdos se recuerdan, se congelan mutuamente mutilados: avanzan, desesperan, aletargan un camino retardado.

Vida sin rumbo ni destino,
A donde vas avanza el llano.
Eres del camino el vacío,
El exceso intoxicado.
Calla el tiempo enardecido y habla el día por tu mano.
Se cruza el año con el año y resultan en años desarqueados.

Las palabras una a una se aproximan: cumplen su función de letanía.
Un rosario es la defunción de ave marías: es la llamada a mi cadalso.

IV
Tu sombra
Es una noche sin estrellas.

Tu voz
Tiene la forma de milagros.

V
Tiembla.

Acelera el pulso.
El vaivén anda a tu paso.
Trémulo gorrión ya sin camisa,
Perdido en su oquedad ya sin pasado.

VI
El día es una extensión de la palabra, que yace oculta al ser humano.
El día se desliza, lento lento, con su ritmo desahuciado.

El día muere por sí mismo,
De sí mismo y por mi mano.

VII
Ocurre,
Que cuando pienso que nada pasa,
Las ideas se vuelcan en palabras,
El sentimiento en libertad se arremolina,
Los verbos arriban cual parvada.

Y huyo,
De la imaginación propia de mi sexo,
Que con tentaciones me acorrala,
Probando a someterme con promesas
Y futuros inexactos.

VIII
Hoy abro mi corazón hacia la nada
Mostrando al mundo mis fracasos.

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